No le dijo nada, solo la miro.
Entonces ella suspiró profundo y camino hacia la puerta, se volteó a mirarlo y le dijo:
-Que poca confianza me tienes.- Después salió a prisa, pero no con demasiada, estaba tan acostumbrada a que la siguiera que incluso contó los minutos que demoraría, pero el nunca salió. Así, contando, llego a la entrada del edificio, con los ojos llenos de lágrimas. Esta vez no había resultado.
Un regalito literario de mi propia autoría.
Pau!
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1 comentario:
Muy bonito regalo. Sigue asi.
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